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Aromas que estimulan la espiritualidad
A diferencia de cualquier otro integrante del reino animal, los seres humanos tenemos conciencia de nosotros mismos y de nuestra finitud. Sabemos que, tarde o temprano, vamos a morir. Y vivimos de acuerdo a esta sentencia ineludible.
Tal vez esa certeza sea el paso que nos llevó a convertirnos en seres espirituales, que creen en lo divino y que buscan la trascendencia. Si nuestro paso por el mundo es efímero, tenemos que hallar en otra parte una manera de permanecer. La proclamación de la existencia de dioses, por otro lado, nos permitió explicar, a lo largo de la historia, todo aquello que no podemos entender sin una intervención sobrenatural.
No se trata, por supuesto, de pretender realizar un ensayo filosófico o teológico, ni de analizar cuestiones muy complejas que exceden largamente los alcances de estos textos. Que esta introducción sirva, simplemente, para tener presente la importancia de la espiritualidad y de lo religioso en la vida cotidiana de todas las personas y en el desarrollo de la humanidad.
No podemos dejar de señalar que los aromas siempre han gozado de una gran importancia en las prácticas espirituales de la gente, en diversos momentos históricos y en todos los rincones del planeta. Los inciensos creados con las resinas de los árboles, por ejemplo, eran usados en rituales egipcios, griegos y romanos hace miles de años. Incluso en la Biblia es posible encontrar referencias a la quema de inciensos.
Hoy no hace falta entrar a una iglesia o a otro tipo de templo para experimentar cómo la aromatización se integra a una práctica religiosa. Cualquier persona puede apelar a un incienso, un sahumerio, una vela aromática o un aromatizante líquido para dar rienda suelta a su espiritualidad, ya sea a través de la meditación, los rezos o cualquier otra acción.
Las creencias están al margen de los aromas. Es decir: no hay que profesar una religión específica para sentirse habilitado a aromatizar el lugar donde uno espera conectarse con sí mismo o con lo divino. Las fragancias tienen la capacidad intrínseca de generar emociones o disparar pensamientos ya que sus notas olfativas llegan a nuestro cerebro y producen una respuesta orgánica. No entienden de dogmas ni se atan a los preceptos.
Tomemos el caso de una joven que se siente alejada de las instituciones religiosas, pero que cree en Dios y que desea sentirse conectada con ese Ser Superior. La muchacha llega a su casa cansada del trabajo y se hace un tiempo entre las obligaciones domésticas para relajarse y meditar. Su voluntad sólo podrá cumplirse si cuenta con un espacio apropiado para que el acercamiento a la espiritualidad sea posible, sin interrupciones ni distracciones.
En un rincón de su cuarto o incluso del living, pone un almohadón que le resulta muy cómodo y se sienta. En el equipo de música, un disco con música funcional le aporta el estímulo sonoro perfecto. Antes de cerrar los ojos y de entregarse al contacto con lo espiritual, sólo le faltará escoger la aromatización acertada para ese momento.
Un incienso o un sahumerio pueden resultar opciones clásicas y que ponen en juego la memoria emotiva, ya que es muy fácil asociarlos a las iglesias. Si la sensación que estos aromatizantes ofrecen le resulta agradable, son una buena alternativa. Cualquier aroma que nos remita a la madera, de todas formas, nos ayudará a crear un entorno donde se sienta el misticismo.
El hornillo con una esencia u otro tipo de aromatizante líquido también puede ser una opción válida para conectarse con el mundo espiritual. Algunas personas vinculan la espiritualidad a la naturaleza y prefieren las fragancias de flores, como el jazmín, la rosa o la lavanda. La canela, por otra parte, se recomienda para la meditación gracias a sus características que ayudan a la relajación y la concentración.
Siguiendo con la asociación entre lo espiritual y la naturaleza, la aromatización puede contribuir a crear un contexto que nos recuerde a un bosque o una playa, por ejemplo. ¿Cuántos tienen la posibilidad de abandonar la oficina o la fábrica y de marcharse unos días al medio de la nada para meditar o para acercarse a Dios? Ese es un privilegio de los personajes de ficción. Los seres humanos de carne y hueso debemos conformarnos con encontrar pequeños espacios para desarrollar la espiritualidad. No es lo mismo, claro, pero puede ayudar. De esta manera, bajar la persiana, poner un disco que reproduzca el canto de los pájaros o el ruido de un arroyo y perfumar el ambiente con un aceite esencial que combine aromas de distintos árboles y flores puede resultar un camino sencillo pero efectivo hacia una vida más plena.
Las urgencias de la vida moderna existen, pero no son una excusa. Si queremos disfrutar de nuestra espiritualidad y reconectarnos con esa dimensión que nos hace verdaderamente humanos y nos eleva del reino de los animales, tenemos que animarnos a encontrar momentos y lugares para pensar, meditar o rezar. Con ese propósito en mente, ya sabemos que podemos revisar el amplio abanico de posibilidades que nos brindan los aromas para estimular los puntos precisos de nuestro cerebro que tienen que ver con lo espiritual.
Alcanza con contar con un pequeño stock de productos aromáticos en la casa para elegir los perfumes según nuestro estado de ánimo. Unos cuantos sahumerios o inciensos y varias esencias de distintas características serán suficientes para que, cuando deseemos parar la pelota y recargar fuerzas más allá de lo físico, tengamos las herramientas necesarias para conectarnos con nuestro Yo espiritual.
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